
Menos que un humano
—¡Porque no eres humano, por eso!—respondió furioso Gavrell, apartándose del lagnate. Avanzó hasta el otro lado de la habitación, de cara al ventanal que mostraba la bahía. Fuera, el tiempo era el mismo que cada día sin tormenta: un apacible y cálido día con humedad alta y vientos suaves. Con otro pensamiento, esta vez consciente, […]